Friday, July 13, 2007

La llegada del MESSIas


Hasta ahora sólo uno había logrado lo que nadie, alcanzado lo inalcanzable y tocado lo intocable.
Tuvieron que pasar 21 años para que un nuevo ídolo naciera, para repetir esa jugada magníficamente ejecutada desde el medio campo. Muchos dicen que “el Diego” mandó a su Mesías, pero lo cierto es que el gol de Lionel Messi fue un calque (incluso mejor) que el gol que cambió la historia. El gol de Diego Maradona ya tiene copia, y los argentinos un nuevo ídolo.

Es un trayecto fácil para llegar al Camp Nou desde el centro de la ciudad de Barcelona. Era de noche y las estrellas le daban un toque especial a este encuentro. Las calles estaban repletas de barristas encaminándose al estadio, otros compraban entradas de último momento, y los policías parecían no bastar para controlar a semejante multitud. No sé cómo, pero entré. El frío ni se sentía. No, si estabas rodeado de unos ochenta mil espectadores más. Puedo decir que fue una noche cálida y espectacular. El Camp Nou estaba listo.
No tenía una cámara de fotos, pero la imagen de esas ochenta mil personas de pie levantando las pancartas, que juntas forman el famoso “Vamos Barza” se quedará para siempre en mi memoria.
El FC Barcelona se presentó en la cancha y la hinchada respondió. Los aplausos y vítores se escucharon de norte a sur, pero el pitazo del inicio del partido nos enmudeció a todos.
Esa noche Messi se convirtió en Maradona. Corrían los 29 minutos de juego, cuando recogió el balón en la línea del medio campo. Encaró al primer defensor del Getafe, y lo dejó atrás con una “huacha” perfectamente realizada. Vino el segundo defensor, pero tampoco pudo con el argentino, que con un toque muy sutil superó fácilmente. Condujo el balón hasta introducirse en el área, y tres defensas más fueron a detenerlo .
En ese momento las personas se pararon. Nadie sabía qué iba a pasar. Pero ni los tres defensores pudieron con él. Prácticamente les “rompió la cintura”, y quedó mano a mano con el portero Luis, quien vio como el argentino lo regateaba y batía para marcar ese tan espectacular gol.
Era el gol soñado. Sus compañeros corrieron a abrazarlo. El Camp Nou estaba de fiesta. Ni el mismo Messi se lo creía, pero de seguro que hasta hoy día debe estar celebrándolo. Yo estaba estupefacto, pero la alegría que se vivía a mi alrededor era indescriptible.
Ni el mismo Ronaldinho, que ha desaparecido totalmente de las canchas y que ya no brilla como antes, fue extrañado esa noche. Todas las miradas se centraban en Messi, y seguirán igual por un tiempo.
Hay que reconocerlo. Ese chico tiene talento. Uno no viene simplemente y mete un gol como ese porque se le da la gana. Tiene talento para rato y creo que seguiremos viendo cosas increíbles de este “pibe de oro” por un buen tiempo.

Felipe Arias Schreiber

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